El narval (Monodon monoceros), es una especie de cetáceo odontoceto de la familia Monodontidae que habita en los mares del Ártico y el norte del Océano Atlántico. Es el único integrante del género Monodon y una de las dos especies de la familia junto a la beluga (Delphinapterus leucas). La especie está adaptada para vivir en el Ártico y alimentarse de animales del fondo marino. Carece de aleta dorsal y tiene un tamaño mediano entre los cetáceos y un peso de entre 1000 y 1600 kg. Se estima que estos cetáceos pueden vivir más de cincuenta o sesenta años en estado salvaje.
Narval de la región ártica de Canadá. |
La característica que lo hace ser un animal privilegiado, es
un gran colmillo, semejante a un cuerno, en los machos de esta
especie.
Así, presentan una reducción en el número de piezas dentales
con respecto al resto de los odontocetos; estas pueden llegar a desaparecer en
los adultos, excepto en los machos, ya que como hemos dicho, poseen un enorme
colmillo modificado, que emerge a través del maxilar izquierdo y la piel del
rostro. La característica más impactante es que el colmillo puede llegar a
medir hasta los 2 metros
y pesa alrededor de 10 kg .
Colmillo de narval |
Uno de cada 500 machos tiene dos colmillos; esto ocurre
cuando el diente derecho, normalmente pequeño y vertical, también crece hacia
la parte anterior.
Estos dientes están formados por una capa externa de cemento dental
y una capa interna de material más duro llamada dentina. Con frecuencias
estos colmillos se rompen, siendo capaces de reparar el daño con el crecimiento
de una nueva capa de dentina.
La configuración de este colmillo especializado difiere
con respecto a los dientes de los otros mamíferos, debido a que presenta
una capa externa blanda de cemento en lugar de esmalte. Los
investigadores creen que esta configuración actúa como un amortiguador para
prevenir rupturas.
Tras los primeros estudios científicos se supuso que el
colmillo se utilizaba para perforar las capas de hielo del Ártico y
conseguir hacer respiraderos en las capas de hielo superficiales, mera cuestión
de supervivencia.
Posteriormente se sugirieron otra serie de usos, entre ellos
un papel en la ecolocación como transductor de sonidos, ayudándolos en
la orientación, para la localización de presas en el fondo marino,
como un mecanismo de enfriamiento y por último, como un carácter sexual
secundario para indicar dominancia y ganar estatus dentro del grupo,
siendo de esta forma más probable que los machos con colmillos más largos
atraigan a las hembras.
Grupo de narvales abriéndose paso entre el hielo. |
A pesar que no se ha registrado un comportamiento agresivo
entre narvales usando el colmillo como arma, se han encontrado muchas
cicatrices en la piel de machos adultos. Esto indica que también son utilizados para
luchar entre sí.
Estudios recientes indican además, que puede funcionar
como un sensor hidrodinámico que se conecta al sistema nervioso
central y le proporciona información vital para subsistir en el Ártico.
Este sistema podría detectar la temperatura, presión, movimiento,
diferencias en la concentración de moléculas en solución (por ejemplo, el grado
de salinidad) y sustancias en el agua que le ayudarían a detectar posibles
presas. Esta hipótesis se basa en las micrografías de los
colmillos que muestra millones de diminutos túbulos que conectan la superficie
de cemento con el núcleo del diente y que aparentemente se dirigen al sistema
nervioso central del animal.
Narval con dos colmillos mostrado como un trofeo. |
En la Europa Medieval, los vikingos comercializaban
colmillos de narval, los cuales se hacían pasar como cuernos de unicornio. Se
creía que estos supuestos cuernos poseían poderes mágicos y que tenían la
capacidad de curar envenenamientos y la melancolía; por este motivo
los vikingos y otros comerciantes de origen nórdico en ocasiones lo hacían
valer su peso en oro.
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