Algo fascinante en el mundo de la biología, es observar los increíbles cambios evolutivos en las especies, que les han proporcionado, en la mayoría de los casos, una ventaja evolutiva con respecto a otras y les han ayudado a adaptarse mejor al medio que les rodea, facilitándoles continuar con su legado: la perduración de la especie.


sábado, 25 de febrero de 2012

El unicornio de los mares

El narval (Monodon monoceros), es una especie de cetáceo odontoceto de la familia Monodontidae que habita en los mares del Ártico y el norte del Océano Atlántico. Es el único integrante del género Monodon y una de las dos especies de la familia junto a la beluga (Delphinapterus leucas). La especie está adaptada para vivir en el Ártico y alimentarse de animales del fondo marino. Carece de aleta dorsal y tiene un tamaño mediano entre los cetáceos y un peso de entre 1000 y 1600 kg. Se estima que estos cetáceos pueden vivir más de cincuenta o sesenta años en estado salvaje.

Narval de la región ártica de Canadá.

La característica que lo hace ser un animal privilegiado, es un gran colmillo, semejante a un cuerno, en los machos de esta especie. 
Así, presentan una reducción en el número de piezas dentales con respecto al resto de los odontocetos; estas pueden llegar a desaparecer en los adultos, excepto en los machos, ya que como hemos dicho, poseen un enorme colmillo modificado, que emerge a través del maxilar izquierdo y la piel del rostro. La característica más impactante es que el colmillo puede llegar a medir hasta los 2 metros y pesa alrededor de 10 kg.

Colmillo de narval


Uno de cada 500 machos tiene dos colmillos; esto ocurre cuando el diente derecho, normalmente pequeño y vertical, también crece hacia la parte anterior.
Estos dientes están formados por una capa externa de cemento dental y una capa interna de material más duro llamada dentina. Con frecuencias estos colmillos se rompen, siendo capaces de reparar el daño con el crecimiento de una nueva capa de dentina. 




La configuración de este colmillo especializado difiere con respecto a los dientes de los otros mamíferos, debido a que presenta una capa externa blanda de cemento en lugar de esmalte. Los investigadores creen que esta configuración actúa como un amortiguador para prevenir rupturas.
Tras los primeros estudios científicos se supuso que el colmillo se utilizaba para perforar las capas de hielo del Ártico y conseguir hacer respiraderos en las capas de hielo superficiales, mera cuestión de supervivencia. 
Posteriormente se sugirieron otra serie de usos, entre ellos un papel en la ecolocación como transductor de sonidos, ayudándolos en la orientación, para la localización de presas en el fondo marino, como un mecanismo de enfriamiento y por último, como un carácter sexual secundario para indicar dominancia y ganar estatus dentro del grupo, siendo de esta forma más probable que los machos con colmillos más largos atraigan a las hembras. 

Grupo de narvales abriéndose paso entre el hielo.
A pesar que no se ha registrado un comportamiento agresivo entre narvales usando el colmillo como arma, se han encontrado muchas cicatrices en la piel de machos adultos. Esto indica que también son utilizados para luchar entre sí.
Estudios recientes indican además, que puede funcionar como un sensor hidrodinámico que se conecta al sistema nervioso central y le proporciona información vital para subsistir en el Ártico. Este sistema podría detectar la temperatura, presión, movimiento, diferencias en la concentración de moléculas en solución (por ejemplo, el grado de salinidad) y sustancias en el agua que le ayudarían a detectar posibles presas. Esta hipótesis se basa en las micrografías de los colmillos que muestra millones de diminutos túbulos que conectan la superficie de cemento con el núcleo del diente y que aparentemente se dirigen al sistema nervioso central del animal.

En 2008 fue catalogado en la Lista Roja de la UICN como especiecasi amenazada, debido a que se mantiene una caza significativa por parte del pueblo inuit en Canadá y Groenlandia, los cuales se benefician con su carne, grasa y el comercio del colmillo.

Narval con dos colmillos mostrado como un trofeo.




En la Europa Medieval, los vikingos comercializaban colmillos de narval, los cuales se hacían pasar como cuernos de unicornio. Se creía que estos supuestos cuernos poseían poderes mágicos y que tenían la capacidad de curar envenenamientos y la melancolía; por este motivo los vikingos y otros comerciantes de origen nórdico en ocasiones lo hacían valer su peso en oro.




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